Juan Antonio Espinosa, asesor del órgano Acitores de Benidorm y futuro tutor del mismo ha escrito en el Diario Información de Alicante en la edición de la Marina Baixa un artículo sobre lo que supone para su ciudad este nuevo órgano. Le agradezco su autorización para publicarlo en este blog.
Más que un instrumento musical, un patrimonio cultural para mi pueblo.
Todavía
no salgo de mi asombro cuando escribo estas líneas, al analizar la campaña de
desprestigio, animada por algunos políticos y representantes de asociaciones
empresariales, sobre el nuevo órgano de la Parroquia de S. Jaime y Santa Ana de
Benidorm, mi pueblo.
Vaya
por delante que me alegra muchísimo esta repentina preocupación social por
parte de nuestros líderes. Ojalá la hubieran tenido antes, cuando, ya en plena
crisis, gastaban el dinero de los contribuyentes –entre los que me encuentro- y
el suyo propio, en sus campañas electorales, sin pensar -¡vaya por Dios!- que
ya existían personas con grandes necesidades.
¿Por
qué no han donado una parte de esos gastos de campaña, como ahora piden a
otros? O por ejemplo, cuando un empresario decidía invertir en su casa o en su
coche, o mejorando su establecimiento los “siempre
pocos” beneficios de su negocio, ¿por
qué no podía pensar en esas necesidades sociales en vez de comprarse el coche de importación de marras?
Sinceramente
creo que esta discusión no tiene fin. Mi buen amigo y organista Paco Amaya en su blog –no deben
perdérselo- escribe que, cuando un político gasta o mejor malgasta nuestro dinero lo llama “inversión”, pero cuando la Iglesia
decide invertir en patrimonio cultural
y/o artístico el político lo considera “gasto impropio”.
Debo
confesar que no soy nada objetivo en este asunto, y no puedo serlo porque me he
criado en el coro parroquial acompañando a mis padres cuando cantaban y oyendo
el armonium insuflado a pedales que tocaba Asunción Lloret. Ya en aquel
entonces el cura párroco D. Luis Duart hablaba de “encarregar un orgue com el
de la Mª de Deu dels Dessamparats de València” y yo oía a los integrantes de la
peculiar “schola cantorum” fantasear con esa posibilidad.
Más
tarde en1981, siendo estudiante de órgano, le presente a D. Diego Cano –el
párroco sucesor de S. Jaime- la primera
propuesta para la construcción de un órgano de tubos en la parroquia. He de
decir que tuvo una gran acogida entre los parroquianos, pero por algún motivo
que no viene al caso, la inversión quedó en el órgano eléctrico que tiene la
parroquia en la actualidad.
Cuando
D. Luis López, el actual párroco, me pidió asesoramiento sobre el instrumento
que, después de tantos años, al fin se iba a instalar en la iglesia me embargó
una tremenda emoción. Por fin se cumplía el sueño de muchas personas y había
que estar a la altura de esas expectativas.
Como
responsable artístico pedí a D. Luis que ese órgano fuera más allá de las
necesidades musicales litúrgicas y que se encargara un instrumento capaz de
interpretar si no la totalidad, la mayor parte del repertorio musical de los
grandes compositores: A. de Cabezón, Pachelbel, Buxtehude, Mozart, Haydn,
Liszt, Franck, Reger, Messiaen, etc. pero sobre todo a J. S. Bach, el padre de
la música de órgano, un regalo de Dios hecho música…
Con
su autorización, me puse en contacto con expertos de talla internacional para
que diseñaran un instrumento que cubriera esas expectativas.
El
resultado ha sido la construcción de un órgano totalmente mecánico, que
no digital, en el que se puede interpretar un amplio repertorio con un marcado
acento barroco, pero con la presencia de suficientes fondos y lengüetas que
posibilita el repertorio romántico y moderno.
Es de resaltar también la inclusión, en la composición del
órgano, de determinados elementos que lo conectan con la tradición ibérica, y
más concretamente con la levantina, como la característica trompetería de
fachada, y la cadireta exterior (parte
del órgano que cuelga en la baranda).
Se trata pues de un instrumento del que hemos de sentirnos
extraordinariamente orgullosos y que perdurará a lo largo de los siglos, mucho
más allá de lo que podamos imaginar.
Cuando reflexiono sobre esta polémica tan falaz, y me
pregunto a qué se debe esta repentina protesta, llego a la siguiente
conclusión: Iglesia-música, mal binomio amigos, no suele ganar votos ni se puede
hacer negocio…
Sin embargo, no puedo dejar de pensar en aquellos visionarios
que -como D. Luis y salvando las distancias- encargaron obras arquitectónicas como
la catedral de Burgos, la de Santiago de Compostela, San Pedro en el Vaticano y
cuantas obras de arte puede uno imaginar. Me pregunto ¿qué sería del turismo
actual de esas ciudades sin esos primeros promotores culturales?
Se podría pensar que también tuvieron que aguantar la visión
miope de personas con dos varas para medir: una para sus actuaciones personales
y otra para la de los demás y en especial la de la Iglesia.
Debe saber quien le pueda interesar, que este instrumento
también se ha pagado con el dinero de muchos feligreses, que al igual que yo,
también colaboramos con cáritas y con otras ONGs, ponemos una x en la casilla
de la iglesia, y estamos altamente concienciados de la problemática social que
nos rodea, como no podría ser de otra forma.Sin embargo, también tenemos el derecho de pensar además,
que la cultura, y en especial el arte, es el alimento del alma y por tanto
cumple una función fundamental para el ser humano.
Y puesto que los políticos no invierten en ella – no se
equivoquen, aquí no han invertido ni ahora que no hay, ni nunca- ¡dejen por lo
menos que lo hagan otros!
Podría seguir exponiendo más cuestiones, pero por finalizar
este escrito, les pediría a todas esas voces críticas tan resueltas un absoluto
respeto para todos los que amamos la música, trabajamos por nuestra parroquia y
deseamos lo mejor para nuestro pueblo: Benidorm. Señores ahora sí toca.
Juan Antonio Espinosa
Zaragoza, asesor artístico del órgano de S. Jaime y Santa Ana de Benidorm.
Profesor de piano del
Conservatorio Superior de Danza de Alicante.
Profesor ASO de la
Universidad de Alicante
Director de Orquesta