jueves, 6 de febrero de 2014

Carta a Eduardo Martínez en recuerdo de Juan Bautista Díaz

D. Eduardo Martínez, autor del blog "clarin en quincena" y persona a la que tengo ganas de conocer pués me honra con sus escritos y amabilidad, me pide que escriba unas líneas sobre Juan Bautista Díaz Parra, órganero y amigo que nos acaba de dejar el lunes 3 de febrero en un accidente de tráfico.


 No se cómo ni por dónde empezar, Eduardo, porque Juan Bautista era mi amigo, uno de esos pocos amigos que tengo. No se extrañe usted de esto, es el peaje que se paga por no promocionar una vida social, por hablar demasiado claro y por dedicarse a lo más y a lo más cercanos. La gente que me llega a tratar como él y otros pocos me llegan a querer más como persona que como músico, que al final es lo que cuenta: pasar por la vida sin hacer daño y si es posible ayudando al prójimo.



Debo decirle que Juan Bautista era tan amigo mío como de sus demás amigos. Con Juan Bautista no había categorías porque su capacidad de amar era inmensa, por eso cuando hablaba contigo en persona o por teléfono te alegraba el día, te hacía sentir importante porque él lo creía. En persona creo que sólo me dio la mano una vez, la que nos conocimos en abril de 1984, desde entonces habría los brazos y me abrazaba. Juan Bautista sabía abrazar. 


Ayer, en su funeral, estaba destrozado. Cuando recibí la noticia dí un alarido, se me secó la boca y noté que me habían arrancado un trozo de mi mismo. Tengo la seguridad que todos los que han recibido esta mala nueva han sentido lo mismo. Ayer sabía y siempre lo he pensado que Juan Bautista era la persona vinculada al órgano valenciano que más afectos reunía. En este mundo de la música hay muchas antipatías porque los músicos somos así, hay "pelusilla", envidias sanas o insanas pero envidias, discrepancias por pequeñas cosas que acaban creando un abismo entre nosotros, competencia leal o desleal, respeto profesional o desafecto. Juan Bautista estaba por encima de eso, escuchaba a todos y si podía quitaba hierro, sacaba la visión positiva con un chascarrillo que encerraba una verdad filosófica. Si pensáramos como él la gente, la rara, extraña y escasa gente que nos dedicamos a tocar los órganos estaríamos más unidos.


 Ahora me acuerdo de un organista que a Batiste, Jose Luis Berenguer y Luismi Rico les llamaba despectivamente "bricolajeros". Sí, llamaba bricolajero a quien yo consideraba un sabio, un referente musical. Si Batiste se hubiese dedicado a tocar tocaría mejor que nadie y eso lo sabéis todos. Sus conocimientos históricos y musicales eran abrumadores. Yo le consultaba registraciones y me decía "prueba a ver" y la obra sonaba mejor que nunca. Antes de las navidades de 2013 acompañé al trompetista Pepe Ortí al taller de Torrent, se conocieron y hablaron sobre temperamentos y la trompeta en el barroco como si fuesen viejos amigos. Fue un momento inolvidable, y así eran todos.


Han sido, amigo Eduardo, muchos los años en los que hemos compartido viajes; recuerdo los conciertos por La Mancha, en Villahermosa, Torre de Juan Abad, Villanueva de los Infantes, con su portativo en la furgoneta, ese vehiculo que llegó ha hacerle 400.000 kilómetros y que decía que era como haber ido a la luna con él. En esos trayectos hablábamos de lo divino y de lo humano, del día a día y nos reíamos ecuchando las cintas que llevaba en el coche de Tip y Coll, le fascinaba el humor surrealista.




Batiste decía que yo era como Glenn Gould pero en versión "Organista rural" porque viajaba con el instrumento y con el afinador. ¡Que lujo!, ¡Que recuerdos!, es lo que me queda, esto y una sonrisa. Debería tener cara de pena pero Batiste me lo prohíbe. Cuando piense en él veré una sonrisa y los brazos abiertos y pensaré que hay que tratar siempre bien a las personas, como decía mi Maestro Paco Cabrelles cuando aprobé las oposiciones de Conjunto Coral e Instrumental en 1993: "Paco, ahora trabajo, trabajo, trabajo, dignidad, dignidad, dignidad y cariño, cariño y cariño". Esta es la enseñanza de los hombres sabios. Cada día desde entonces trato de recordar estas palabras cuando tengo a los alumnos delante.

Muchos de sus amigos no nos conocíamos, le oíamos hablar maravillas de todos ellos. Nosotros no conocíamos a sus hermanos y sobrinos pero formaban parte de nuestras conversaciones. Ojala nos hubiese reunido con motivo de su cincuenta aniversario, el próximo sábado 8 de febrero habría cumplido 55 años. Había una parcela de su vida de la que nunca hablaba ni le preguntábamos; sabíamos que necesitaba un rinconcito oculto: su vida amorosa. Era un Caballero. Si alguna persona ha tenido alguna relación más intima con él tan sólo ellos lo sabrán.

Como anecdota le diré D. Eduardo que incluso me ayudaba con mis ocurrencias a montar elementos de los boatos de la mi Filà Vascos de Alcoy. En 2000 sacamos a la calle un grupo de personas, organizadas en hileras, que soplaban tubos de órgano. Ya estabámos pensando cosas para la capitanía de 2015.


Doy gracias a Dios por haber conocido gente así. No hay reproches a Nada ni a Nadie por su muerte. Hay agradecimiento a Dios y a las personas que lo han hecho feliz. Me quedan también esas personas que él me presentó y que hoy forman parte de mi vida. Ahora hay que unirse para honrar su memoria, era la única persona capaz de reunir al órgano valenciano y todos debemos estar a la altura para que en Valencia, en Xátiva, en Torrent y en su querido Algemesí sepan quien se ha ido.


D. Eduardo, queda un tema pendiente, hay que ayudar a que Luis Miguel Rico Sala culmine los tres órganos que estaban en marcha, el de la Basílica de los Desamparados de Valencia, el de los Desamparados de Orihuela y el de Torrevieja para que pueda entrar después en el Merklin de Callosa de Segura. El órgano valenciano necesita tener en funcionamiento esos órganos portativos de alquiler y que se sigan afinando y manteniendo por gente de la tierra estos órganos y hay que conseguir que después de esto Luis Miguel reciba encargos para seguir construyendo nuevos instrumentos. Batiste lo quiso así y así debe ser. El órgano valenciano necesita a Luismi.


El sábado 12 de abril ofreceré un recital en el pequeño órgano de los franciscanos de Ruzafa en Valencia, me acompañará D. Vicente Ros y será también un buen momento para recordar a Batiste que, como él decía cuando se refería a los llamados a la eternidad: "...que en Glòria estiga".

Gracias D. Eduardo por haberme incitado a escribir, gracias.